Ni el día en que la tierra tembló de forma excepcional, aquel devastador terremoto de 2010, Chile se había apagado del modo en que se apagó este martes 25 de febrero de 2025: con la práctica totalidad de los habitantes del país sin electricidad, la furia contenida era evidente en el presidente Gabriel Boric.
"Quiero que sepan, ciudadanos, ciudadanas, que esto no lo vamos a dejar pasar y vamos a actuar con firmeza frente a las empresas que no han estado a la altura de las circunstancias", prometió Boric en el tramo final de un día en el que, de un momento para otro, el país se apagó.
Fue a las 15:16 cuando se produjo un corte masivo del suministro eléctrico a partir de una "falla del sistema" que afectó a más de 19 millones de personas, un 98% de la población.
"Es una falla del sistema, no estamos siendo objeto de un ataque", enfatizó la ministra del Interior, Carolina Tohá, mientras Santiago, la capital del país, se sumía en el caos de semáforos que no funcionaban, tráfico descontrolado y bloqueado y el desconcierto que ganaba a los transeúntes.
"Esta situación no se dio ni siquiera durante el terremoto de 2010, es algo nunca visto", destacaba la televisión chilena minutos después del masivo "black out".
El fallo ocurrió debido a una "desconexión del sistema de transmisión de 500 kV" en la zona denominada Norte Chico, que se extiende desde el sur del Desierto de Atacama hasta Santiago. El percance se produjo en una planta propiedad del grupo colombiano ISA, y la reacción en cadena fue apagando el suministro eléctrico en prácticamente todo el país.
El metro dejó de funcionar en la capital, los trenes y estaciones fueron evacuados y el aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez presentó dificultades en su operación, aunque se mantuvo en funcionamiento gracias a los sistemas de respaldo.
"La situación en las próximas horas debería comenzar a normalizarse, pero hay que evitar los viajes innecesarios", añadió Tohá al hablar del colapso eléctrico en la quinta economía de América Latina.
El optimismo de Tohá era excesivo. Entrada ya la madrugada de este miércoles, el 42% de los usuarios continuaba sin luz, una situación que afectaba al país a lo largo de 3.100 kilómetros entre la región de Arica, en el norte, y la de Los Lagos, en el sur.
A esa altura hacía ya dos horas que regían el toque de queda y el estado de excepción, tan familiares para los chilenos en los años de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). Fue la medida extrema de un gobierno que temía no poder garantizar la seguridad.
"Esta situación debió haber estado regularizada mucho más temprano", se quejó Boric, flanqueado por Tohá y el secretario de Energía, Diego Pardow.
Boric, que se preparaba para celebrar el 11 de marzo sus tres años de gobierno, buscaba un impulso de cara a las elecciones de este año, en las que su sector político aún no tiene candidato. La imagen de un país apagado no contribuye precisamente a ese muy complejo relanzamiento.
"No es posible que por una falla de este tipo, por las horas que han transcurrido, se afecte de esta manera el funcionamiento de nuestras vidas, la circulación de las personas, las actividades recreativas, las personas que están veraneando, los niños que están en clases y, por lo tanto, se va actuar con toda la firmeza que corresponde", insistió el joven mandatario.
El apagón masivo tuvo como víctima al Festival de la Canción de Viña del Mar, toda una institución de Chile. La falta de electricidad obligó a suspender la tercera noche del festival, algo que solo se había dado en forma comparable en 1973 por desórdenes y en 2010 por el terremoto.